Llamamos indignación, del latín indignatĭo, al
enojo o enfado vehemente contra una persona o contra sus acciones. En otros
términos, es esa sensación que uno padece ante una situación impresentable,
infumable, incomprensible o como le quieran llamar de impotencia a la hora de
poder luchar contra una realidad. Es lo que le hace a uno irritarse contra
una serie de cosas o personas.
Decía Aristóteles sobre la indignación:
"La justa
indignación, es el medio entre la envidia, que se desconsuela al ver la
felicidad ajena, y la alegría malévola, que se regocija con los males de otro.
Ambos son sentimientos reprensibles, y sólo el hombre que se indigna con razón
debe merecer nuestra alabanza. La justa indignación es el dolor que se
experimenta al ver la fortuna de alguno que no la merece; y el corazón que se
indigna justamente es el que siente las penas de este género. Recíprocamente se
indigna también al ver sufrir a alguno una desgracia no merecida. He aquí lo
que es la justa indignación y la situación del que se indigna justamente."
Es pues, lo que Aristóteles llama "la justa indignación", aquello que te que hace pensar, muy legítimamente, que uno no debería ocupar el cargo en el que está, que otro no merece la vida que lleva y que muchos no han tenido las mismas oportunidades que otros. Es distinto y así lo distingue, indignación a envidia. Porque mientras la primera, propia del hombre que se indigna con razón, "debe merecer nuestra alabanza", la segunda no merece ni las mínimas palabras.
Es por lo tanto, lo que unos verían como el
paradigma perfecto de la común afirmación "la vida no es justa". Y es
verdad, no siempre es justa. Sin embargo, la cosa es más difícil de lo que
parece porque aquí entraríamos en un debate moral sobre que es justo y que
injusto, y creo que no vale la pena. Los filósofos se han pasado años y años
discutiendo sobre el tema y por lo que sé, aun no existe consenso alguno.
Debemos compartir algo
que muchos padecemos frecuentemente (me incluyo yo mismo) y más en época de
crisis, al ver que las cosas no son como deberían ser. Vemos que hay gente
que no aprovecha las oportunidades o que hay gente que vive a costa de los
otros. Sin embargo, aunque debemos indignarnos, hay también que actuar por
nosotros mismos. Hay que intentar sacar nuestro máximo partido, porque al
final, por muy final que sea, uno recoge lo que siembra.
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